En el blog de Mariángeles Pozuelo se está cocinando un concurso de cuentos cortos entre los que la leemos.
Hace unos días ya que varios visitantes ya han escrito el suyo y lo publicaron. Muy lindos (alguno más que otro por supuesto). La idea, ya sabemos, es la de participar y divertirnos un ratito leyendo.
Ayer recibí un correo de ella invitándome a participar. Yo le dije que jamas había escrito un cuento y menos corto. Que quizá en otro concurso podría meterme a hacer algún lío pero en este caso... no quería pasar vergüenza. Nunca voy a escribir un cuento.
Lo extraño es que esta madrugada me desperté y se me vino la imagen, el cuerpo, la estructura, la forma y la proforma de un cuentito. No quedó más remedio que encender el portátil y volcar la inspiración.
Como todos pueden suponer se lo envié a Mariángeles con la seguridad de que voy a ganar el concurso. Y además lo publicaré y será el primer cuento corto editado en tapa dura... y best seller. Y saldrán ediciones en varios idiomas. No hablar de la película... y la saga.
Entiendo que esto va en contra de mis intereses económicos pero en el fondo soy un agradecido de mis amigos por eso se los transcribo aquí.
Jazmín de
verano (cuento corto)
- En realidad vos me querés por lo que yo te
quiero a vos… es decir, solo me querés porque en el fondo sos un egoísta.
- No, yo te quiero y no pienso en lo que me das a
cambio. Yo te quiero a vos por lo que sos y no por lo que hacés por mí.
- Está bien, pero no te confundas… yo no hablo de
“hacer cosas” yo hablo de afecto… hablo de que decís que me querés… y te hago
una pregunta: ¿qué pasaría si yo no te quisiera? ¿Me seguirías queriendo?
- ¡Claro que te seguiría queriendo!… bueno… realmente
no lo sé… porque si no me quisieras, vos ya no serías vos. Serías otra persona.
- ¿Ves? Entonces me das la razón.. Vos me querés
porque yo te quiero. Si no te quisiera otro gallo cantaría.
El la miró
con cara seria y sin inmutarse recitó obviando toda expresividad.
- “¿Cómo quieres que te quiera si el que quiero que me quiera no me quiere
como quiero que me quiera?” Ahora vos… y más rápido.
Las risas brotaron de los dos al mismo tiempo. La de ella era un viento suave, la de él contenida porque no quería romper la pasibilidad y la tranquilidad de ese momento. Se miraron. Les sobrevino otra sacudida que se transformó en sonrisas. Bajaron la cabeza pero sin dejar de mirarse. Se besaron. Muy lentamente, se volvieron a besar.
Ya estaba
amaneciendo. Los dos caracoles habían estado caminando y hablando así, toda la
noche.
Entre los
pastitos húmedos por el rocío trazaron una línea casi recta, casi perfecta, que
iba del limonero hasta el jazmín. Una luciérnaga les había dicho que ya comenzaban
a oler sus flores.